Me pongo en tu presencia, Padre Dios, pues yo sé que que tú siempre estás conmigo, aunque yo no tenga conciencia de esa presencia tuya, o me olvide de ella.
Ahora que mi mente está enfocada y me doy cuenta de que estás aquí, conmigo, quiero alabarte, bendecirte y adorarte como mi Dios, mi Señor y mi Padre.
Me uno a todos los coros celestiales para cantar tu gloria y reconocer tu grandeza. Me uno a todas las criaturas del universo para reconocer tu grandeza y agradecer tu amor y tu bondad.
Y ahora, querido Padre Dios, aprovechando que estoy hablando contigo, quiero pedirte que me ayudes a superar las dificultades a las que me enfrento. Tú eres todo poderoso, para ti, no hay nada imposible, por eso, pongo en tus manos todos mis problemas, todo aquello que me preocupa e inquieta, todo lo que me causa desasosiego, para que seas tú quien me ayude a salir adelante, a resolver todo lo que está atorado y a eliminar todos los obstáculos que me están impidiendo vivir en paz, a experimentar esa paz que solamente tú puedes dar.
Cuento con tu ayuda, Padre Dios, cuento con tu compañía y tu apoyo, cuento con tu paz y tu armonía. Ayúdame a vivir en la alegría de tu presencia, a llenarme de tu amor y de tu vitalidad.
Quédate conmigo y tómame de la mano, para avanzar junto a ti, vivir contigo y disfrutar de tu amor y tu paz.
Amén.